Antonio Basagoiti comenzó siendo un líder del PP vasco complicado y descafeinado. Complicado porque comenzó su andadura al frente del PP vasco en las difíciles circunstancias que supusieron la marcha de María Sangil. Descafeinado, porque sus primeras declaraciones eran vaivenes constantes entre su afán por marcar diferencias de estilo y su afán por consolidarse como un hombre duro y con personalidad, que no tenía nada que envidiar en claridad de ideas a su predecesora, María Sangil.
Pero Basagoiti ha crecido en unos meses lo que la mayoría de los políticos no logran en toda una vida de poltrona.
Hay que reconocerle a Basagoiti el mérito de hacer una campaña sin tiempo ni para organizarla ni para apenas tomar las riendas de su equipo. Y hay que reconocerle el mérito de haber intentado hacerse con el control de ambos desde el principio, sin declaraciones fuera de tono, pero sin renunciar a hablar en ningún momento.
Ha cometido errores, por supuesto. Como el ofrecimiento de los votos al adversario antes de tenerlos. En mi opinión, eso desmoviliza al votante potencial. Pero incluso esas actuaciones, en la situación excepcional del País Vasco, no se pueden medir con la misma vara que en otros sitios donde disfrutamos de una normalidad institucional y social que nada tiene que ver con las Vascongadas.
Sin embargo, Basagoiti consiguió al final unos resultados muy dignos.
Algunos los comparan con los obtenidos por Sangil, pero lo hacen muy injustamente.
Sangil es una gran señora de la política. Una mujer de armas tomar, fuerte, dura, y con firmes convicciones, que lo dio todo por sus ideas. Se volcó en unas circunstancias muy difíciles y lo hizo lo mejor que supo; pero perdió 5 escaños en el camino. En 4 años, perdió 5 escaños.
Basagoiti, aunque no era nuevo en el País Vasco, no fue ni candidato hasta unos meses antes de las elecciones. No consiguió mantener el resultado de Sangil pero, a pesar de su inmadurez política inicial, el poco margen de tiempo para asentar su propio discurso, y la oposición mediática de quienes se supone que podrían haberlo ayudado - pidiendo incluso el voto para otra formación (y que desde luego, sí ayudaron a Sangil todo lo que pudieron)-, su resultado ha sido un leve descenso que nada tiene que ver con el descalabro de Sangil en las anteriores elecciones después de 4 años para enfrentarse a los comicios.
Con todo, no me gustaría que de aquí quedase la idea de que Basagoiti sirve y Sangil no. Primero porque creo que sería cometer una injusticia manifiesta contra María Sangil, quien ha demostrado su entrega y su valía durante años. Y, segundo, porque es fundamental que quede claro que cada elección tiene sus circunstancias y que resulta completamente fuera de lugar intentar hacer un análisis de la validez de los candidatos sin tener en consideración todos los elementos que concurren en cada caso.
Por otra parte, yo no creo especialmente en los personalismos. Creo que un líder fuerte, como fue en su momento Aznar, hace mucho por una causa; pero no lo es todo. Para ganar unas elecciones hace falta jugar acertadamente con muchos otros factores y, en el caso del País Vasco, parece claro que al PP aún le falta por encontrar su camino. Puede ser que algún día lo anduviese rondando, pero está claro que hoy está alejado de él, y que, desde hace algún tiempo no ha sabido reencauzar el debate como debería, o no ha podido. Pero, ahora mismo, con un Basagoiti fuerte, que está demostrando unas dotes para navegar entre corrientes tan turbulentas como las que actualmente circulan por el País Vasco, la esperanza de la recuperación se vislumbra en el medio plazo. Y yo creo que sería una injusticia no reconocérselo.
Otra cosa es lo que haga andando el tiempo. Por supuesto, conseguir que no se repita la caída libre el PP de los anteriores comicios (con todas las circunstancias que concurrieron que, desde luego no le ayudaron nada), hacer unas declaraciones bien hechas en la ETB, o demostrar prudencia y sensatez en las actuales circunstancias post-electorales son puntos a su favor; pero con eso no basta. Ahora tendrá que demostrar que además de su carita de no haber roto un plato en su vida, hay en él más pasta que la que sujeta sus lentes. Pasta de político de altura de miras, y un buen estratega porque, al margen del fútil debate sobre los personalismos, hay una evidencia clara en esta historia: Algo ha cambiado en el País Vasco. El notable aumento de votos del PSOE indica que hay una parte creciente de la población que no quiere más nacionalismo, sino menos. Y esta idea, por sí sola, vale que todo el programa de acción del PP vasco deba verse condicionado por ella.
Artículos relacionados: El pacto trampa, La estrategia del PP en el País Vasco
Pero Basagoiti ha crecido en unos meses lo que la mayoría de los políticos no logran en toda una vida de poltrona.
Hay que reconocerle a Basagoiti el mérito de hacer una campaña sin tiempo ni para organizarla ni para apenas tomar las riendas de su equipo. Y hay que reconocerle el mérito de haber intentado hacerse con el control de ambos desde el principio, sin declaraciones fuera de tono, pero sin renunciar a hablar en ningún momento.
Ha cometido errores, por supuesto. Como el ofrecimiento de los votos al adversario antes de tenerlos. En mi opinión, eso desmoviliza al votante potencial. Pero incluso esas actuaciones, en la situación excepcional del País Vasco, no se pueden medir con la misma vara que en otros sitios donde disfrutamos de una normalidad institucional y social que nada tiene que ver con las Vascongadas.
Sin embargo, Basagoiti consiguió al final unos resultados muy dignos.
Algunos los comparan con los obtenidos por Sangil, pero lo hacen muy injustamente.
Sangil es una gran señora de la política. Una mujer de armas tomar, fuerte, dura, y con firmes convicciones, que lo dio todo por sus ideas. Se volcó en unas circunstancias muy difíciles y lo hizo lo mejor que supo; pero perdió 5 escaños en el camino. En 4 años, perdió 5 escaños.
Basagoiti, aunque no era nuevo en el País Vasco, no fue ni candidato hasta unos meses antes de las elecciones. No consiguió mantener el resultado de Sangil pero, a pesar de su inmadurez política inicial, el poco margen de tiempo para asentar su propio discurso, y la oposición mediática de quienes se supone que podrían haberlo ayudado - pidiendo incluso el voto para otra formación (y que desde luego, sí ayudaron a Sangil todo lo que pudieron)-, su resultado ha sido un leve descenso que nada tiene que ver con el descalabro de Sangil en las anteriores elecciones después de 4 años para enfrentarse a los comicios.
Con todo, no me gustaría que de aquí quedase la idea de que Basagoiti sirve y Sangil no. Primero porque creo que sería cometer una injusticia manifiesta contra María Sangil, quien ha demostrado su entrega y su valía durante años. Y, segundo, porque es fundamental que quede claro que cada elección tiene sus circunstancias y que resulta completamente fuera de lugar intentar hacer un análisis de la validez de los candidatos sin tener en consideración todos los elementos que concurren en cada caso.
Por otra parte, yo no creo especialmente en los personalismos. Creo que un líder fuerte, como fue en su momento Aznar, hace mucho por una causa; pero no lo es todo. Para ganar unas elecciones hace falta jugar acertadamente con muchos otros factores y, en el caso del País Vasco, parece claro que al PP aún le falta por encontrar su camino. Puede ser que algún día lo anduviese rondando, pero está claro que hoy está alejado de él, y que, desde hace algún tiempo no ha sabido reencauzar el debate como debería, o no ha podido. Pero, ahora mismo, con un Basagoiti fuerte, que está demostrando unas dotes para navegar entre corrientes tan turbulentas como las que actualmente circulan por el País Vasco, la esperanza de la recuperación se vislumbra en el medio plazo. Y yo creo que sería una injusticia no reconocérselo.
Otra cosa es lo que haga andando el tiempo. Por supuesto, conseguir que no se repita la caída libre el PP de los anteriores comicios (con todas las circunstancias que concurrieron que, desde luego no le ayudaron nada), hacer unas declaraciones bien hechas en la ETB, o demostrar prudencia y sensatez en las actuales circunstancias post-electorales son puntos a su favor; pero con eso no basta. Ahora tendrá que demostrar que además de su carita de no haber roto un plato en su vida, hay en él más pasta que la que sujeta sus lentes. Pasta de político de altura de miras, y un buen estratega porque, al margen del fútil debate sobre los personalismos, hay una evidencia clara en esta historia: Algo ha cambiado en el País Vasco. El notable aumento de votos del PSOE indica que hay una parte creciente de la población que no quiere más nacionalismo, sino menos. Y esta idea, por sí sola, vale que todo el programa de acción del PP vasco deba verse condicionado por ella.
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3 comentarios:
Hechar a Sangil fue de lo mejor que hizo Rajoy hasta ahora.
Creo que os equivocais,a Maria se la queria,porque se hacia querer.A Basagoiti lo estas dirijiendo como un titere,iñaki oyarzabal,alfonso alonso y borja semper.A caido en la trampa,¿cuanto tiempo durara?Maria tenia pantalones y basagoiti no tiene ni personalidad.CIAO
Anabel, no estoy en absoluto de acuerdo con usted. No entro en valorar las circunstancias de la marcha de Sangil, pero tal como ha dicho el "anónimo" a Sangil se la quería, y tal como yo mismo he dicho en mi opinión Sangil era una luchadora de gran valía.
Anónimo, sobre lo que dice de Sangil no tengo nada que añadir, estoy totalmente de acuerdo. Respecto a lo que dice de Basagoiti desconozco de dónde saca tal información!!! En todo caso, tal como ya dije en mi opinión, una cosa es lo que ha hecho, y otra lo que haga andando el tiempo.
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