Años y años de pensamiento sectario antinuclear no podía derivar en otra cosa que en el cierre irresponsable de las centrales sin medio de producción alternativo con el que sustituirlas.
La irresponsabilidad y la demagogia de Zapatero no es mayor que la del gran Felipe González, cuando en toda su gloria y explendor hizo promulgar aquella moratoria que paralizaría el avance de la energía nuclear en España y que derivaría en el cierre de las centrales por obsoletas sin que a cambio nada viniese a reemplazarlas. Y que derivaría también en la compra de energía eléctrica a las centrales nucleares del sur de Francia expresamente situadas al otro lado de los Pirineos para abastecer a España; y que, si un día explotan - cual es el miedo de los antinucleares - nos van a llevar por delante igualmente, porque se lo crean o no la radiación es capaz de extenderse por encima de las montañas. Es lo que tiene esa cosa del aire que está en todas partes.
El caso es que, por mucho que los ecologetas y la progresía más demagoga se empeñen en lo contrario, no hay un mix energético exclusivamente renovable que sea viable antes de 70 u 80 años, como mínimo.
Las energías renovables no son eficientes. Necesitan de unas cantidades ingentes de ayudas públicas, y por mucho que la gente se sorprenda sin energía nuclear no hay forma de cumplir con los compromisos de Kyoto.
Pero el socialismo demagogo es así. Ya lo fue con González, quien ahora se dedica a promover un debate sobre el uso de la energía nuclear. Claro, ahora no gobierna. Ahora es fácil no opornerse al estado de la técnica y considerar los hechos con criterio científico.
Y siguiendo la estela de González, Rodríguez Zapatero no es menos demagogo ni irresponsable.
Si cerrar los chiringuitos de playa es una pésima medida que tan sólo destruirá empleo, cerrar las centrales nucleares a cambio de nada es de una insensatez sin parangón. Simplemente, podría abocar a España al tercer mundo. Sin más. Porque sin un sistema energético solvente, que proporcione la energía que necesitamos, y aumentando la dependencia del petróleo y reduciendo la seguridad de suministro, lo único que podríamos hacer los españoles es construir chabolas y vivir con taparrabos.
¡La insoportable ubiquidad de la burbuja!
Pero Zapatero es así. Se ha pasado la legislatura anterior y todo lo que lleva de esta hablando de burbujitas. La burbuja inmobiliaria por aquí, la burbuja inmobiliaria por allá y ahora unos polvos mágicos y reconvertimos el modelo producto: Ya tenemos la burbuja energética!!!!!! [Sonido de aplausos].
La burbuja inmobiliaria era la causa primigenia de todos los males de la humanidad. La burbuja, que más que burbujita jabonosa debía de parecer planeta - de ahí que Leire Pajín se haya hecho un lío interplanetario sobre la conjunción de Zapatero en la órbita de Obama - de tan grande que debía de ser. Imaginen el tamaño: Todos los males españoles, americanos, europeos y de todo el mundo mundial y parte del resto del Universo se debían a la dichosa burbuja.
Así que, Zapatero I, el Grande, en su sabiduría ha decidido combatir con las fuerzas de la Cooperación de las Civilizaciones Territoriales Ibéricas y el ministro cuota Sebas como estandarte de la luz en el mundo, reconvertir el modelo productivo.
No se pueden vender casas porque es especular. Y especular es una cosa fea que te mueres. Por eso, porque no se puede desear ganar dinero con la vivienda, que luego mucha gente no puede comprar una (¡como si no se pudiese vivir dignísimamente alquilado!), Zapatero ha propuesto un nuevo modelo "productivo": Especular con la energía. Al fin y al cabo, siempre podemos vivir en un piso alquilado, pero si no tenemos una energía eficiente NO podremos hacer absolutamente nada y ¡el sueño socialista de un país empobrecido y sin posibilidades de progreso se haría realidad!
Es cierto, rigurosamente cierto, que necesitamos un plan que reduzca nuestra dependencia del petróleo. Existen múltiples argumentos a favor de esta postura, incluso del ámbito de la seguridad: Comprar petróleo es financiar a los enemigos de Occidente. Vale.
Es cierto que la energía nuclear tiene un gravísimo problema asociado de gestión de residuos.
Pero también es cierto que no existe sistema energético posible que no cuente con la energía nuclear. No a fecha de hoy.
Las energías renovables tienen un largo recorrido por hacer aún antes de ser eficientes; y con un sistema energético que lejos de darles la tregua que necesitan para investigar e innovar, las obliga a intensificar esfuerzos en tecnologías ineficientes y no competitivas no se mejora el presente y sí, en cambio, se destruye de facto cualquier posibilidad de que sean el futuro.
Las ayudas que reciben, millonarias, están creando una falsa ilusión de que son viables. Y no lo son. Una burbuja pública medioambiental falsea la realidad y hace creer que estamos ante un modelo productivo más eficiente porque gastamos menos y producimos lo mismo. Pero no es cierto. Gastamos más, nuestra productividad es menor y la producción total lo será (menor) también en breve.
Gastamos más, porque donde antes producíamos a un coste, ahora el coste ha aumentado, ya que estamos subvencionando el recurso energético que usamos para producir. Y, no se engañen, el dinero con el que se subvenciona también tiene un CO2 equivalente. Es decir, sale de algún sitio. No surge de la nada por generación espontánea.
Nuestra productividad es menor porque si gastamos más y no producimos más, la productividad es menor.
Y la producción total será menor en breve de forma palmaria, porque si no tenemos un buen nivel de productividad, tampoco lo podemos tener de competitividad y las ventas se las lleva la competencia.
Como corolario, el escenario futuro español queda arrasado por una baja productividad que desincentiva a los consumidores a adquirir nuestros productos, como consecuencia de lo cual, los ingresos disminuyen, la renta disminuye y España entra en una espiral depresiva.
Bueno, de hecho, no es necesario esperar a verlo en un futuro. Ya está pasando.
España necesita un debate serio sobre energía. Lo necesita urgentemente. Y cuando digo serio, digo serio: Riguroso, científico, técnico. Vamos, todo lo contrario de lo que se puede esperar del ministro cuota de la bombilla y de Zapatero el iluminado.
La irresponsabilidad y la demagogia de Zapatero no es mayor que la del gran Felipe González, cuando en toda su gloria y explendor hizo promulgar aquella moratoria que paralizaría el avance de la energía nuclear en España y que derivaría en el cierre de las centrales por obsoletas sin que a cambio nada viniese a reemplazarlas. Y que derivaría también en la compra de energía eléctrica a las centrales nucleares del sur de Francia expresamente situadas al otro lado de los Pirineos para abastecer a España; y que, si un día explotan - cual es el miedo de los antinucleares - nos van a llevar por delante igualmente, porque se lo crean o no la radiación es capaz de extenderse por encima de las montañas. Es lo que tiene esa cosa del aire que está en todas partes.
El caso es que, por mucho que los ecologetas y la progresía más demagoga se empeñen en lo contrario, no hay un mix energético exclusivamente renovable que sea viable antes de 70 u 80 años, como mínimo.
Las energías renovables no son eficientes. Necesitan de unas cantidades ingentes de ayudas públicas, y por mucho que la gente se sorprenda sin energía nuclear no hay forma de cumplir con los compromisos de Kyoto.
Pero el socialismo demagogo es así. Ya lo fue con González, quien ahora se dedica a promover un debate sobre el uso de la energía nuclear. Claro, ahora no gobierna. Ahora es fácil no opornerse al estado de la técnica y considerar los hechos con criterio científico.
Y siguiendo la estela de González, Rodríguez Zapatero no es menos demagogo ni irresponsable.
Si cerrar los chiringuitos de playa es una pésima medida que tan sólo destruirá empleo, cerrar las centrales nucleares a cambio de nada es de una insensatez sin parangón. Simplemente, podría abocar a España al tercer mundo. Sin más. Porque sin un sistema energético solvente, que proporcione la energía que necesitamos, y aumentando la dependencia del petróleo y reduciendo la seguridad de suministro, lo único que podríamos hacer los españoles es construir chabolas y vivir con taparrabos.
¡La insoportable ubiquidad de la burbuja!
Pero Zapatero es así. Se ha pasado la legislatura anterior y todo lo que lleva de esta hablando de burbujitas. La burbuja inmobiliaria por aquí, la burbuja inmobiliaria por allá y ahora unos polvos mágicos y reconvertimos el modelo producto: Ya tenemos la burbuja energética!!!!!! [Sonido de aplausos].
La burbuja inmobiliaria era la causa primigenia de todos los males de la humanidad. La burbuja, que más que burbujita jabonosa debía de parecer planeta - de ahí que Leire Pajín se haya hecho un lío interplanetario sobre la conjunción de Zapatero en la órbita de Obama - de tan grande que debía de ser. Imaginen el tamaño: Todos los males españoles, americanos, europeos y de todo el mundo mundial y parte del resto del Universo se debían a la dichosa burbuja.
Así que, Zapatero I, el Grande, en su sabiduría ha decidido combatir con las fuerzas de la Cooperación de las Civilizaciones Territoriales Ibéricas y el ministro cuota Sebas como estandarte de la luz en el mundo, reconvertir el modelo productivo.
No se pueden vender casas porque es especular. Y especular es una cosa fea que te mueres. Por eso, porque no se puede desear ganar dinero con la vivienda, que luego mucha gente no puede comprar una (¡como si no se pudiese vivir dignísimamente alquilado!), Zapatero ha propuesto un nuevo modelo "productivo": Especular con la energía. Al fin y al cabo, siempre podemos vivir en un piso alquilado, pero si no tenemos una energía eficiente NO podremos hacer absolutamente nada y ¡el sueño socialista de un país empobrecido y sin posibilidades de progreso se haría realidad!
Es cierto, rigurosamente cierto, que necesitamos un plan que reduzca nuestra dependencia del petróleo. Existen múltiples argumentos a favor de esta postura, incluso del ámbito de la seguridad: Comprar petróleo es financiar a los enemigos de Occidente. Vale.
Es cierto que la energía nuclear tiene un gravísimo problema asociado de gestión de residuos.
Pero también es cierto que no existe sistema energético posible que no cuente con la energía nuclear. No a fecha de hoy.
Las energías renovables tienen un largo recorrido por hacer aún antes de ser eficientes; y con un sistema energético que lejos de darles la tregua que necesitan para investigar e innovar, las obliga a intensificar esfuerzos en tecnologías ineficientes y no competitivas no se mejora el presente y sí, en cambio, se destruye de facto cualquier posibilidad de que sean el futuro.
Las ayudas que reciben, millonarias, están creando una falsa ilusión de que son viables. Y no lo son. Una burbuja pública medioambiental falsea la realidad y hace creer que estamos ante un modelo productivo más eficiente porque gastamos menos y producimos lo mismo. Pero no es cierto. Gastamos más, nuestra productividad es menor y la producción total lo será (menor) también en breve.
Gastamos más, porque donde antes producíamos a un coste, ahora el coste ha aumentado, ya que estamos subvencionando el recurso energético que usamos para producir. Y, no se engañen, el dinero con el que se subvenciona también tiene un CO2 equivalente. Es decir, sale de algún sitio. No surge de la nada por generación espontánea.
Nuestra productividad es menor porque si gastamos más y no producimos más, la productividad es menor.
Y la producción total será menor en breve de forma palmaria, porque si no tenemos un buen nivel de productividad, tampoco lo podemos tener de competitividad y las ventas se las lleva la competencia.
Como corolario, el escenario futuro español queda arrasado por una baja productividad que desincentiva a los consumidores a adquirir nuestros productos, como consecuencia de lo cual, los ingresos disminuyen, la renta disminuye y España entra en una espiral depresiva.
Bueno, de hecho, no es necesario esperar a verlo en un futuro. Ya está pasando.
España necesita un debate serio sobre energía. Lo necesita urgentemente. Y cuando digo serio, digo serio: Riguroso, científico, técnico. Vamos, todo lo contrario de lo que se puede esperar del ministro cuota de la bombilla y de Zapatero el iluminado.
1 comentario:
Algunas energías alternativas hoy en día tienen un elevado coste de instalación como puede ser la energía solar, pero cuantos más avances y tiempo pase se conseguirá reducir sus costes. Además cuando instalamos paneles solares no debemos pensar en el coste a corto plazo porque si hacemos cuentas, nos daremos cuenta de que a largo plazo es rentable y lo más importante NO CONTAMINA NI GENERA RESIDUOS.
Otras fuentes de energía renovable y de fácil amortización es la energía eólica, fijemonos que Galicia es uno de los 3 productores mundiales superando a países como Italia, Gran Bretaña o Francia.
Otra de las ventajas de las energías renovables son la creación de puestos de trabajo indirectos porque exige que existan empresas que fabriquen los materiales (placas, aspas, calderas, etc) además de hacer que se invierta en I+D+i para conseguir un mayor rendimiento. Un saludo
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