martes, 17 de febrero de 2009

Las lecciones de Cuba y las opciones de Izquierda Unida


Leo en el Blog de Carrero-Blanco las declaraciones del nuevo coordinador general de los comunistas, Cayo Lara, según las cuales Cuba da lecciones al mundo. ¡Ahí es nada! Merece la pena pasarse por el blog en cuestión, leer la entrevista y los comentarios del autor - los de los blogonautas comentaristas queda a su discreción -.


IU tiene un problemón gordo, serio, con cuajo, vamos. Y es que algún que otro comunista sí gobierna en algún lugar de España. Y claro... No pueden defender abiertamente la dictadura porque perderían muchos de los votos de izquierda (no centro-izquierda) que los votan convencidos de esa imagen de neocomunistas o comunistas del siglo XXI - hombres de izquierda convencidos pero sin esa cosa molesta de las dictaduras - con la que estos señores se hacen valedores de izquierdosos majetes o rojos de pantuflas y compras semanales en el hipermercado, o sea...

Ahora ya no les sirve el discurso de los 80 en que tras la dictadura franquista y la transición podían apelar a cuestiones de índole histórica. Y no les sirve no porque se haya cerrado la transición, que es evidente que no, sino porque la mayor parte de su discurso lo ha asumido el PSOE, que se ha convertido por arte del marketing del tandem Zapatero-Pepiño en una factoría de productos al más puro estilo hollywodiense de los años ochenta, edulcorados y de consumo rapido para todos los públicos.

Hoy, Izquierda Unida no tiene discurso posible que le permita volver a ser la fuerza política que fue en la época del coordinador Julio Anguita. Para empezar, porque el desgaste de la formación gracias a una serie de coordinadores, a cada cual más nefasto, la ha llevado a una situación de práctica desaparición. Pero es que, además, durante el gobierno de Felipe González, Izquierda Unida representaba un sector de la población que había sido perseguido por el antiguo régimen. Eso les valía la solera de intelectuales de izquierdas, o izquierda auténtica que les hacía tener cierto respeto incluso entre los socialistas. De algún modo, eran los hermanos de pensamiento aunque no lo fueran en las formas o medios.

Hoy, nada de todo eso vale lo más mínimo. Primero porque el discurso histórico antifranquista - extensión antiderecha - lo ha asumido el PSOE, articulándolo incluso con la Ley de Memoria Histórica. Y, segundo, porque las reinvindicaciones clásicas de la izquierda las está poniendo en marcha el PSOE - véase el caso del aborto, por ejemplo -.

Con estas credenciales, el PSOE es una máquina de acaparar votos. Por un lado, desarrollando el programa a medida de las tragaderas de su potencial electorado; y, por el otro, arando y sembrando para cosechar nuevos votantes con todo el despliegue mediático del que dispone.

¿La consecuencia? Que a Izquierda Unida sólo le queda llorar y patalear, y descargar su frustración en una ley electoral que es la misma para todos; pero, con la que el PSOE ha conseguido revalidar su mayoría de la primera legislatura, ampliándola, el PP ha conseguido subir en votos y escaños e IU se ha hundido. No fue la ley, fueron ellos, los comunistas, que no tienen programa que valga, ni organización que aproveche cualquiera que sea la ley en su favor.

A Izquierda Unida lo que le queda es desaparecer de las cámaras. Estar donde están los grupúsculos minoritarios como la Falange o Democracia Nacional. Es decir, en ninguna parte. Con algunos votos, porque en una democracia siempre hay gente para todo que defiende casi cualquier idea, pero si es sana, fuerte y con raíces, determinados extremos ideológicos son minoritarios y no pasan de anecdóticos. Y a Izquierda Unida ya le va siendo hora de pasar a donde le corresponde: Al olvido electoral.