lunes, 29 de diciembre de 2008

Misa por la Familia


Cientos de miles, un millón de personas. Es una cuestión de matiz. La realidad es que en una fecha tan intempestiva como un 28 de diciembre, con la gente de vacaciones, entre cenas y fiestas, aproximadamente un millón de personas asistieron a la Misa por la Familia que se organizó ayer en Madrid para demostrar con su presencia que la familia sigue viva en el corazón de mucha gente y que Jesús sigue siendo el verdadero soplo de vida del mundo.

“Dejad que los niños vengan a mí porque de ellos es el reino de los Cielos”


Esta verdad y este modelo de la verdadera familia, cuya actualidad no pasa nunca, es lo que queremos anunciar y presentar de nuevo hoy al mundo con nuestra celebración eucarística en la Plaza de Colón, no olvidando lo que tantas veces Juan Pablo II recordaba como “la regla de oro” de toda evangelización, la última vez, en aquella memorable Vigilia mariana de “Cuatro Vientos” con los jóvenes de España, el 3 de mayo del 2003, víspera de la canonización de cinco santos españoles del siglo XX, en esta misma plaza: “Testimoniad con vuestra vida –les decía– que las ideas no se imponen, sino que se proponen”. El Concilio Vaticano II había enseñado ya antes, en 1965, que “la verdad no se impone sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra, con suavidad y firmeza a la vez, en las almas”.

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Estremece el hecho y el número de los que son sacrificados por la sobrecogedora crueldad del aborto, una de las lacras más terribles de nuestro tiempo tan orgulloso de sí mismo y de su progreso. Ellos son los nuevos “Santos Inocentes” de la época contemporánea.

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La cultura del relativismo egoísta, del interés y de la competencia de todos contra todos, y la cultura de la muerte son muy poderosas. El lenguaje de la creación es claro e inequívoco respecto al matrimonio: un varón y una mujer, el esposo y la esposa que se aman para siempre y ¡dan la vida! “Es necesario que haya algo como una ecología del hombre, entendida en el sentido justo”

Homilía completa: LibertadDigital.

2 comentarios:

Luís Pérez y Manuel dijo...

Solo quiero comentar que en España hay más personas que católicos y que tu dices que las cosas no hay que imponerlas.
La ley de aborto y la del matrimonio homosexual no son leyes que se impongan sino que son leyes a las que te puedes acoger o no.
Si no permites esa ley estás imponiendo la imposibilidad de una acción a personas no católicas.¿Acaso no te contradices a ti mismo?
Con esto no quiero entrar en discusiones religiosas solo quiero comentarte esa contradicción.

Aldros dijo...

Le agradezco el comentario, pero ya me señalará una opinión mía en la que se base usted para decir que me contradigo en algo.